miércoles, 17 de septiembre de 2008

Adaptación digestiva del lechón recién destetado

Grupo de Investigación en Nutrición, Manejo y Bienestar Animal.
Universitat Autònoma de Barcelona. España.

JoseFrancisco.Perez@uab.cat


La producción porcina moderna se caracteriza por realizar el destete del lechón de manera muy temprana, habitualmente entre la 3ª y 4ª semana de vida. Con ello se pretende reducir el riesgo de transmisión de infecciones de la madre al lechón y economizar el coste de las instalaciones. Sin embargo, en un periodo tan temprano, el destete representa un desafío extraordinario para el animal inmaduro. La separación brusca de la madre, el transporte y el cambio en las condiciones ambientales son factores que inciden sobre el estrés de los lechones. El destete también representa un enorme cambio en la composición del alimento. Las principales modificaciones en comparación con la leche materna son el menor contenido en agua del pienso (el lechón ha de aprender a beber agua para saciar su sed), la presencia de ingredientes de origen vegetal más difíciles de digerir (almidón, polisacáridos no amiláceos y proteínas vegetales) y la menor presencia de grasa y lactosa.

El conjunto de estos acontecimientos contribuye a que los animales reduzcan su consumo de alimento, y presenten un periodo variable de anorexia durante los primeros días tras el destete. Tres días tras el destete, el reducido consumo enlentece el vaciado gástrico y el tránsito digestivo en intestino delgado. El reducido aporte de nutrientes en el tubo digestivo produce también un descenso en la altura de las vellosidades y la actividad de los enzimas que termina comprometiendo la digestión de la ración. El riesgo de sufrir patologías digestivas se incrementa, fundamentalmente en un periodo en el que la concentración plasmática de inmunoglobulinas procedentes del calostro es ya muy reducida.

La estrategia adoptada en la prevención de las patologías digestivas generalmente ha conllevado la incorporación de antimicrobianos en el pienso, entre ellos los antibióticos y el óxido de cinc. Sin embargo, la presión social y legislativa encaminada a limitar su uso es cada vez mayor, por lo que resulta recomendable ir pensando en optimizar en el lechón sus procesos digestivos y mecanismos de autodefensa.

Se considera prioritario tras el destete facilitar el inicio al consumo de alimento mediante la oferta previa de creep-feeding y la incorporación en los piensos prestarter de ingredientes de elevada apetecibilidad y digestibilidad (ej: los ingredientes lácteos y otros concentrados proteicos de origen animal). Existen diferencias notables en la apetecibilidad de los cereales; siendo el maíz o la avena cereales menos apetecibles que el arroz o avena descascarillada. En este periodo es importante también considerar el fácil acceso a tolvas y bebederos, y la adecuada temperatura ambiental.

El contacto directo con la cerda durante la lactación tiene un prolongado impacto sobre la microbiota del cerdo en crecimiento. Sin embargo, la incorporación progresiva en el pienso de nuevos ingredientes de origen vegetal determinará la colonización en el intestino de nuevas especies microbianas, la generación de nuevos ambientes digestivos, y lo que es más importante, un reto añadido para el sistema inmunitario del animal. El diseño de una ración adecuada para el lechón habrá de facilitar la digestión y proporcionar las condiciones ambientales del tracto digestivo que mantengan el equilibrio entre el hospedador y sus microorganismos (Figura 1).

Figura 1- Representación esquemática del ecosistema intestinal, llamado "Salud Intestinal" (cada elemento interacciona con los otros para mantener el equilibrio funcional del aparato digestivo).

La mayor presencia de polisacáridos no amiláceos (PNA) solubles y viscosos en algunos cereales de invierno, como la cebada, puede determinar variaciones en la viscosidad digestiva. El incremento en la viscosidad de los contenidos digestivos se considera un factor desencadenante en la proliferación de Escherichia coli en el intestino delgado y de Brachyspira en el intestino grueso. Un mecanismo sugerido es que la ralentización producida en la digesta viscosa que recubre el epitelio intestinal puede retener en su matriz sustratos y una creciente población de bacterias potencialmente patógenas. Reducir la viscosidad digestiva se considera positivo para reducir la incidencia de patologías digestivas.

Por el contrario, la presencia en la ración de otros PNA insolubles, almidón resistente o lactosa contribuye a facilitar el transito digestivo, y mediante su fermentación permite reducir la fermentación de proteína; incrementando la concentración de ácidos grasos volátiles y reduciendo el número de enterobacterias en la digesta.

. Los lechones recién destetados son especialmente sensibles a la proteína de la ración. En las primeras edades es habitual la incorporación de harina de pescado de buena calidad, plasma porcino o hidrolizados de mucosa intestinal. A ellos se les atribuye el mejorar la apetecibilidad, ser fácilmente digestibles, poseer un alto valor biológico, y proporcionar algún tipo de protección sanitaria que les hace destacar fundamentalmente en las condiciones animales menos saludables. Progresivamente se incorporan otras proteína de origen vegetal, fundamentalmente procedentes de la soja. Sin embargo, su incorporación temprana puede provocar reacciones inflamatorias locales que comprometen todavía más la integridad de la mucosa.

La bibliografía presenta una amplia información sobre la interacción entre los ingredientes del pienso y la adaptación de los lechones al destete, su estado de salud y rendimiento productivo. Con frecuencia la respuesta depende del estado sanitario de los animales. En términos generales, es posible utilizar los piensos más digestibles y concentrados en energía y proteína en aquellas granjas de elevada sanidad; mientras que, cuando la seguridad prima sobre la productividad conviene utilizar niveles altos de fibra y menores concentraciones de energía y proteína en el pienso (Fedna, 2006).


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